Mi viaje a México bien merece, al menos, una entrada en el blog. Estoy aquí invitada por el Consejo Ciudadano de Seguridad con una petición concreta: formar y hacer entender a políticos y ciudadanos de la necesidad de adoptar medidas de prevención de delito y la violencia que no se basen solo en la mano dura y en el sentido común, sino que se apoyen en conocimientos científicos y en estrategias de actuación ya validadas.
Y es que a Monterrey les ha pillado la violencia por sorpresa o, al menos, eso es lo que ellos transmiten. ¿No había signos que hicieran pronosticar esta situación o es que no observaron con atención la realidad que les rodeaba? Según datos de la ONU la tasa de homicidios en Centroamérica por cada 100.000 habitantes es del 33,3, mientras que en España no llega al 1. Y es que México, junto con El Salvador y Guatemala, son los países centroamericanos que más padecen este tipo de situación. El gasto público en seguridad llega a alcanzar el 2,66% de PIB según Naciones Unidas. Por su parte, El Banco Interamericano de Desarrollo dice que los costes del delito ascienden al 8% del PIB, siendo el 50% destinado a la sanidad originada por la violencia. La situación en Centroamérica está al límite (http://internacional.elpais.com/internacional/2011/10/10/actualidad/1318206645_589009.html).
En este contexto he comenzado hoy mi periplo de charlas, conferencias, conversaciones, comidas y cenas en Universidades, Cámara de Comercio, ONGs y asociaciones vecinales, prensa, Gobernación, cónsul de España, Consejo de Seguridad de Nueva León (estado del que es capital Monterrey), Jefes de policías, Judicatura y Procuraduría, etc.
No vengo a arreglar esta parte del mundo, ni siquiera mi aportación llegue a ser significativa, pero me siento agradecida porque voy a hacer todo lo que en esta situación puedo hacer desde lo que se y he aprendido a lo largo de mi carrera académica como criminóloga, que es tratar de transmitir a los gestores de la seguridad pública de que hay futuro en la reducción de las actuales tasas delictivas, que es una cuestión de humanidad y humanización de nuestras ciudades y de construir desde abajo, con la participación de la sociedad civil y la transparencia de la gestión de los poderes públicos.
Por su parte, la ciudad se ve hermosa y aparentemente tranquila. No están en guerra aunque el número de muertos pueda equipararse. Aquí la vida sigue, con ilusión y esperanza en un mundo mejor, de paz y bienestar social.
Y es que a Monterrey les ha pillado la violencia por sorpresa o, al menos, eso es lo que ellos transmiten. ¿No había signos que hicieran pronosticar esta situación o es que no observaron con atención la realidad que les rodeaba? Según datos de la ONU la tasa de homicidios en Centroamérica por cada 100.000 habitantes es del 33,3, mientras que en España no llega al 1. Y es que México, junto con El Salvador y Guatemala, son los países centroamericanos que más padecen este tipo de situación. El gasto público en seguridad llega a alcanzar el 2,66% de PIB según Naciones Unidas. Por su parte, El Banco Interamericano de Desarrollo dice que los costes del delito ascienden al 8% del PIB, siendo el 50% destinado a la sanidad originada por la violencia. La situación en Centroamérica está al límite (http://internacional.elpais.com/internacional/2011/10/10/actualidad/1318206645_589009.html).
En este contexto he comenzado hoy mi periplo de charlas, conferencias, conversaciones, comidas y cenas en Universidades, Cámara de Comercio, ONGs y asociaciones vecinales, prensa, Gobernación, cónsul de España, Consejo de Seguridad de Nueva León (estado del que es capital Monterrey), Jefes de policías, Judicatura y Procuraduría, etc.
No vengo a arreglar esta parte del mundo, ni siquiera mi aportación llegue a ser significativa, pero me siento agradecida porque voy a hacer todo lo que en esta situación puedo hacer desde lo que se y he aprendido a lo largo de mi carrera académica como criminóloga, que es tratar de transmitir a los gestores de la seguridad pública de que hay futuro en la reducción de las actuales tasas delictivas, que es una cuestión de humanidad y humanización de nuestras ciudades y de construir desde abajo, con la participación de la sociedad civil y la transparencia de la gestión de los poderes públicos.
Por su parte, la ciudad se ve hermosa y aparentemente tranquila. No están en guerra aunque el número de muertos pueda equipararse. Aquí la vida sigue, con ilusión y esperanza en un mundo mejor, de paz y bienestar social.